Este lanzamiento amplía su oferta de productos de pollo y responde a la creciente tendencia de consumo social en el sector de la comida rápida. La caja, con un precio de 9,70 €, incluye una selección variada de los productos de pollo más populares de la cadena: 10 Chicken McNuggets, 3 Chicken Wings y 2 Chicken Delights. Para acompañar, se ofrece una selección de salsas inspiradas en sabores internacionales, destacando las opciones 'Sweet Chili Japão' y 'Teriyaki Japão'. Además, por primera vez, la marca ofrece esta caja en formato de menú por 15 €, que incluye dos acompañamientos medianos y dos bebidas, consolidando una opción completa para compartir. Esta novedad está disponible en todos los restaurantes de la cadena en Portugal, así como para entrega a domicilio. El lanzamiento se enmarca en la celebración de los 40 años de los McNuggets, un producto que, según los artículos, se originó en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial debido a la escasez de carne roja y fue popularizado por el científico Robert C. Baker antes de que McDonald's lo incorporara a su menú. La 'Chicken Share Box' representa un movimiento estratégico de McDonald's para capitalizar la demanda de comidas para compartir, ofreciendo variedad y sabores globales en un solo paquete.
McDonald's Lanza en Portugal la 'Chicken Share Box' para Fomentar el Consumo Compartido
McDonald's ha introducido en el mercado portugués la 'Chicken Share Box', una nueva propuesta diseñada para ser compartida entre dos o más personas.



Artículos
5Estilo de vida
Ver más

Sus padres realizaron una rica cena además de cantarle las mañanitas con su pastel

Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


