Esta filosofía ha llevado a Aloma a obtener el galardón en 2012, 2013, 2015, 2024 y 2025.
El proceso de elaboración es artesanal y laborioso, extendiéndose por más de dos horas, lo que garantiza un hojaldre crujiente y una crema poco dulce y consistente. La fama de los pasteles de Aloma es tal que en 2017, durante su visita a Fátima, el Papa Francisco los probó y, según los reportes, quedó encantado, enviando posteriormente una carta de bendición. En el podio de 2025, O Pãozinho das Marias (Ericeira) y la Confeitaria Glória (Amadora) obtuvieron el segundo y tercer lugar, respectivamente, en una competencia que celebra una pieza fundamental del patrimonio culinario portugués.








