Uno de los momentos más significativos de la inauguración fue la entrega del Premio Armando Fernandes al chef Nuno Diniz, en reconocimiento a su contribución para la valorización de la gastronomía portuguesa. El evento también sirve como plataforma para chefs como Rodrigo Castelo, embajador de la feria, quien afirma que es “un gran orgullo” contribuir al festival más antiguo del país.
El 44º Festival Nacional de Gastronomía reafirma a Santarém como epicentro culinario de Portugal
Santarém acoge la 44ª edición del Festival Nacional de Gastronomía, consolidándose como la capital gastronómica del país en un evento que celebra la riqueza culinaria de todas las regiones portuguesas. Bajo el lema “Tradição com sabor a futuro”, el festival reúne a chefs, productores y cofradías en la emblemática Casa do Campino hasta el 26 de octubre. Considerado el “padre de todos los festivales gastronómicos” de Portugal, el evento de este año destaca por su imagen renovada y una fuerte apuesta por la innovación sin perder de vista las raíces tradicionales. La programación incluye una gran diversidad de actividades como showcookings, tertulias, catas de vinos y aceites, y la presencia de restaurantes representativos de todo el país. El presidente de la Entidad Regional de Turismo del Alentejo y Ribatejo, José Manuel Santos, lo describe como “un verdadero faro de la gastronomía ribatejana, y un símbolo de identidad y de continuidad”. El festival no solo es una vitrina de sabores, sino también un motor económico y turístico para la región. Según el alcalde de Santarém, João Teixeira Leite, el evento tiene un “efecto multiplicador” que beneficia a restaurantes, hoteles y comercios locales, y ha contribuido a un crecimiento del 30.6% en las pernoctaciones entre 2019 y 2024.



Artículos
10Estilo de vida
Ver más

Sus padres realizaron una rica cena además de cantarle las mañanitas con su pastel

Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


