Esta adición permanente al menú indica la confianza de Burger King en el potencial del producto para convertirse en un favorito de los consumidores, en un mercado altamente competitivo donde la textura es un factor clave de diferenciación. La 'Krispper' está disponible en todos los formatos habituales de la cadena, incluyendo servicio en restaurante, drive-thru, para llevar y entrega a domicilio, asegurando una amplia accesibilidad para los clientes. El precio del menú se ha fijado en 10,75 €, mientras que una versión con doble porción de carne está disponible por 12,25 €. Esta estrategia de precios la sitúa en línea con otras ofertas premium de la cadena. Con esta nueva incorporación, Burger King, que ya cuenta con más de 200 restaurantes en territorio portugués, continúa expandiendo su menú para atraer a un público más amplio y consolidar su presencia en el país.
Burger King lanza 'Krispper', su nueva hamburguesa de pollo extra crujiente
La cadena de comida rápida Burger King ha incorporado una nueva hamburguesa de pollo a su menú permanente en Portugal, buscando satisfacer la creciente demanda de opciones crujientes. Bautizada como 'Krispper', esta novedad promete una experiencia sensorial completa al combinar una pechuga de pollo empanizada, queso cheddar, lechuga y una salsa especial, todo dentro de un pan brioche. El lanzamiento, que tuvo lugar el 21 de octubre, posiciona a la 'Krispper' como una apuesta estratégica de la marca para fortalecer su oferta de pollo. Según la compañía, el objetivo fue crear una hamburguesa que ofreciera “el sabor asado y la crocancia perfecta”.



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Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


