Esta apertura surgió de una reunión con representantes del Pestana Hotel Group, y en solo un mes, el proyecto se materializó. La tienda también funciona como un “laboratorio” para probar nuevas ideas, manteniendo el ADN de la marca de co-creación con su comunidad. Para la inauguración, se lanzó un menú especial en colaboración con la creadora de contenido Helena Coelho, el “Smash Swee Krispy Baclava”, una combinación de helado de vainilla, miel y pistacho, disponible en edición limitada. Tiago Rebelo, también cofundador, destacó la importancia de la asociación: “O Pestana Hotel Group, através da sua marca de restauração Olive, acreditou na nossa visão e tornou-se o parceiro estratégico ideal para nos auxiliar operacionalmente nesta aventura”.
Swee, la marca viral de helados, inaugura su primera tienda física en Lisboa
La startup portuguesa Swee, famosa por sus helados virales con un 90% menos de azúcares, da un paso significativo de lo digital a lo físico con la apertura de su primera tienda pop-up. La inauguración en la prestigiosa Rua Augusta de Lisboa marca un hito en la expansión de la marca, introduciendo conceptos innovadores que buscan redefinir la experiencia del cliente. La tienda, que funciona como un espacio pop-up en colaboración con la marca de restauración Olive del Pestana Hotel Group, abrió sus puertas el 7 de noviembre. El concepto central es el “Smash Swee”, una propuesta inspirada en la tendencia de las hamburguesas “smash” que consiste en un sándwich de brioche de masa madre prensado y relleno de helado, con múltiples combinaciones de sabores y toppings. Diogo Valente, cofundador de Swee, subrayó el objetivo de la iniciativa: “Queríamos abrir una heladería diferente de todas las otras. El objetivo es la creación de una experiencia única que espelha a abordagem que a Swee tem na conceção do produto”.



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Sus padres realizaron una rica cena además de cantarle las mañanitas con su pastel

Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


