Burger King lanzó el nuevo King Fusion Dubai, un helado que combina helado de vainilla, sirope de pistacho y chocolate blanco o negro con toppings crujientes, a un precio de 3,35 €. Por su parte, Lidl ha vuelto a poner a la venta sus pasteles de nata congelados con sabor a Chocolate de Dubái, que mezclan la masa tradicional portuguesa con masa kadayf, pistacho y el famoso chocolate, disponibles en paquetes de cuatro unidades por 3,95 €. El origen de esta tendencia se remonta a un video de 2023 de la creadora de contenido Maria Vehera, aunque la receta original pertenece a Fix Dessert Chocolatier en los Emiratos Árabes Unidos, lanzada en 2021. La fundadora, Sarah Hamouda, se inspiró en el knafeh, un postre tradicional de Oriente Medio, afirmando en una entrevista con CNN: “Não é apenas uma barra de chocolate, queremos criar uma experiência”. La rápida adopción de esta tendencia por parte de grandes marcas subraya el poder de las plataformas digitales para dictar las novedades en el mercado de consumo masivo.
La tendencia del “Chocolate de Dubái” inspira nuevos productos en Burger King y Lidl
La tendencia gastronómica del “Chocolate de Dubái”, que se volvió viral a nivel mundial, ha llegado a las grandes cadenas comerciales, inspirando lanzamientos de productos en Burger King y Lidl. Este fenómeno demuestra cómo las redes sociales pueden influir rápidamente en las ofertas de la industria alimentaria.


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Sus padres realizaron una rica cena además de cantarle las mañanitas con su pastel

Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


