Celebración del X Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana en Morelos
Morelos fue la sede del X Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana, un evento clave que conmemora los 15 años del reconocimiento de la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La inauguración, encabezada por la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, y la secretaria de Turismo federal, Josefina Rodríguez Zamora, reafirmó la importancia de la gastronomía como motor cultural y turístico del país. El foro, celebrado del 7 al 9 de noviembre en la Plaza de Armas de Cuernavaca y el Centro Cultural Jardín Borda, se consolidó como un espacio para el intercambio de conocimientos y la exhibición de la vasta riqueza culinaria de México. Reunió a más de 100 expositores, incluyendo cocineras tradicionales, productores del campo, chefs y académicos, así como delegaciones de 10 estados invitados y cinco países, entre ellos Francia, Italia, España y Marruecos. Durante el evento, se destacó la participación de cocineras tradicionales de diversas entidades como Morelos, Guerrero, Tabasco, Hidalgo y Tlaxcala, quienes ofrecieron platillos emblemáticos. La secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez, enfatizó la conexión entre el campo y la mesa, declarando que “sin el campo no tenemos nada”. Además, se anunció el próximo festival “México de Mis Sabores” en el Campo Marte de la Ciudad de México, en el marco del Mundial de Fútbol, con la participación de los 32 estados, alineado con la visión de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo de promover una celebración gastronómica nacional. El foro no solo fue una muestra culinaria, sino también una plataforma académica con conferencias sobre temas como la importancia de las denominaciones de origen, fortaleciendo la cadena de valor gastronómica del estado anfitrión.



Artículos
11Estilo de vida
Ver más

Sus padres realizaron una rica cena además de cantarle las mañanitas con su pastel

Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


