Ferragamo Caffè: La Marca de Lujo Florentina Inaugura un Espacio Efímero en CDMX
La prestigiosa marca italiana Ferragamo ha incursionado en el sector gastronómico de México con la apertura de su primer espacio efímero en el país, el Ferragamo Caffè. Ubicado en El Palacio de Hierro Polanco, en el corazón de la Ciudad de México, este café estará abierto al público por tiempo limitado a partir del 11 de noviembre de 2025, ofreciendo una experiencia inmersiva que fusiona moda, diseño y alta cocina italiana. Inspirado en los momentos italianos por excelencia como “l’ora di pranzo” y “il caffè e l’aperitivo”, el espacio busca capturar la esencia de la cultura italiana en un ambiente sofisticado. El diseño del café celebra el legado de la casa de modas, combinando materiales refinados con una paleta de colores cálidos que evocan la elegancia atemporal de la marca. El menú presenta clásicos de la gastronomía italiana, como el vitello tonnato y los arancini, junto con una selección de postres cuyos colores y texturas hacen un guiño a las creaciones icónicas de Ferragamo. Como parte de la experiencia, el café exhibe piezas históricas del archivo de la marca, incluyendo la famosa “Rainbow Sandal” creada en 1938 para la actriz Judy Garland y los “Red Crystal Pumps” diseñados para Marilyn Monroe. Esta iniciativa representa una estrategia de marca que busca conectar con los consumidores a través de una nueva dimensión sensorial, permitiéndoles vivir la estética y el espíritu de Ferragamo más allá de sus productos de moda.



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Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


