Figuras conservadoras han criticado abiertamente la decisión.
El expresidente Donald Trump calificó la elección de “absolutamente ridícula”, afirmando no conocer al artista. La controversia escaló cuando la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, anunció que agentes de ICE (Inmigración y Control de Aduanas) estarían presentes “por todo el recinto” durante el evento, una declaración interpretada como una amenaza hacia la comunidad migrante. Estas críticas se centran en las posturas políticas de Bad Bunny, su apoyo a causas progresistas y su decisión de cantar principalmente en español, lo que algunos sectores ven como un desafío a la cultura dominante. En respuesta, durante su participación como anfitrión en el programa *Saturday Night Live*, Bad Bunny se dirigió a sus detractores con humor, declarando en español que tenían “cuatro meses para aprender” el idioma antes de su presentación. Este gesto reafirma su compromiso con su identidad cultural y su negativa a ceder ante las presiones de asimilación. La selección de Bad Bunny para un escenario de tal magnitud no solo refleja su inmenso éxito global, sino que también posiciona la música en español en el centro de la cultura popular estadounidense, convirtiendo el espectáculo en un punto de inflexión tanto musical como social.













