Tras el ataque, Ashton intentó huir, se arrojó desde un tercer piso sufriendo fracturas en ambas piernas y fue detenido.

Las investigaciones revelaron una compleja trama detrás del violento acto.

Ashton confesó haberse inspirado en ataques escolares de Estados Unidos y admitió que su intención era asesinar a seis personas, motivado por años de acoso escolar. Su historial, según un parte médico, incluye un diagnóstico de episodio depresivo mayor, tratamiento psicológico previo en la UNAM y un entorno familiar con antecedentes de enfermedad mental. El caso adquirió una dimensión más oscura al descubrirse la participación de Ashton en comunidades virtuales de "incels" (célibes involuntarios), donde proliferan discursos de odio y misoginia. Horas antes del crimen, publicó en redes sociales una fotografía con las armas y una sudadera con la leyenda "Bloodbath" (Baño de sangre), junto a un mensaje que decía: "Escoria como yo tiene la misión de recoger la basura". La comunidad universitaria ha reaccionado con marchas, paros en diversas facultades y mesas de diálogo con autoridades, exigiendo medidas concretas como la revisión de protocolos de seguridad, instalación de botones de pánico y un mayor apoyo psicoemocional. La UNAM ha acordado revisar sus estrategias y la SEP declaró "cero tolerancia" a la violencia en bachilleratos.