La mandataria destacó que, por primera vez, el gobierno estadounidense reconoce su responsabilidad y se compromete a realizar operativos en su propio territorio para controlar el flujo de armamento que alimenta a los grupos criminales en México. Este pacto representa un cambio de paradigma en la cooperación bilateral, que tradicionalmente se enfocaba en el combate al narcotráfico y la migración desde México hacia el norte. El acuerdo, formalizado en la primera reunión del Grupo de Implementación de Seguridad en McAllen, Texas, contempla fortalecer la investigación y la comunicación, permitiendo la trazabilidad de las armas incautadas. Según datos del Departamento de Justicia de EE. UU., el 75% del armamento decomisado en México proviene de ese país. La iniciativa ampliará el uso de la plataforma de rastreo eTrace y la tecnología de imágenes balísticas a las 32 entidades federativas mexicanas, además de incrementar las inspecciones conjuntas.
Sheinbaum contrastó esta “visión completamente distinta” con operativos fallidos del pasado como “Rápido y Furioso”, y subrayó que la cooperación se dará con pleno respeto a la soberanía nacional: “Nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”. El embajador estadounidense, Ronald Johnson, calificó la iniciativa como una “cooperación histórica”.











