En la colonia El Capire, fueron encontrados los cadáveres de tres hombres con las manos atadas y los ojos vendados. Casi simultáneamente, en la colonia Fermín Rabadán, se localizaron otros tres cuerpos en condiciones similares. Un séptimo hombre fue asesinado a tiros en la colonia Adrián Castrejón.

Según fuentes de la región, junto a algunos de los cuerpos se encontraron cartulinas con mensajes que acusaban a las víctimas de ser vendedores de la droga conocida como “cristal”, lo que refuerza la hipótesis de un ajuste de cuentas entre grupos delictivos rivales que operan “al margen de las autoridades”. Esta masacre se produce a pesar del anuncio reciente del secretario de Seguridad Federal, Omar García Harfuch, quien afirmó que en Guerrero la incidencia de homicidios había disminuido en un 54%. La violencia en Iguala, una ciudad marcada por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, evidencia la persistencia de la criminalidad y la fragilidad de la seguridad en la región.