Su asesinato provocó una marcha en Morelia encabezada por su viuda, Amelí Gissel Navarro Lepe, para exigir justicia y paz.

Tras el crimen, las autoridades detuvieron a Rigoberto López Mendoza, alias “El Plátano”, identificado como uno de los jefes criminales de una célula de extorsionadores. Apenas cuatro días después, el 23 de octubre, el empresario Javier Vargas Arias, de 43 años y dedicado a la compraventa de naranjas, fue asesinado a balazos en Álamo Temapache, Veracruz. Un grupo de hombres armados con equipo táctico le disparó en múltiples ocasiones.

Este municipio, considerado el corazón de la producción naranjera del país, ya se encontraba en una situación precaria debido a las recientes inundaciones que dañaron cerca del 80% de los cultivos.

Ambos casos han generado un clima de terror entre los productores, quienes se ven obligados a pagar cuotas para poder trabajar sin enfrentar represalias, en regiones disputadas por organizaciones como el Cártel Jalisco Nueva Generación y otros grupos locales.