Carlos Manzo, conocido como “El del Sombrero”, fue asesinado a balazos la noche del 1 de noviembre durante el Festival de las Velas, en la plaza principal de Uruapan, mientras convivía con su familia y ciudadanos. Su gestión se caracterizó por una postura de confrontación directa contra los grupos delictivos que operan en la región, una de las más importantes en producción de aguacate y, a su vez, de las más violentas del país. Manzo había declarado públicamente que la política de “abrazos, no balazos” había terminado, e instruyó a su policía a “abatir” a delincuentes armados que se resistieran, lo que le valió críticas de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En repetidas ocasiones, el edil solicitó sin éxito el apoyo del gobierno federal, advirtiendo sobre el riesgo que corría su vida.
“No quiero ser un presidente municipal más de la lista de los ejecutados”, declaró meses antes de su muerte. El gobierno federal informó que Manzo contaba con un esquema de protección de 14 elementos de la Guardia Nacional y policías municipales de su confianza, pero los agresores “aprovecharon la vulnerabilidad de un evento público”.
Tras el ataque, un agresor fue abatido y dos más fueron detenidos.
El crimen ha sido condenado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y organizaciones empresariales como COPARMEX y CONCANACO, quienes exigieron al Estado combatir la presencia de grupos armados que controlan la vida pública. La viuda del alcalde, Grecia Quiroz, declaró en su funeral: “Hoy no mataron al presidente de Uruapan, hoy mataron al mejor presidente de México”.













