Este suceso subraya la extrema vulnerabilidad de los funcionarios locales frente al poder del crimen organizado que opera en la región. El ataque ocurrió la noche del 1 de noviembre en la plaza principal de Uruapan, mientras Manzo inauguraba el Festival de las Velas. Un joven de entre 17 y 19 años, identificado posteriormente como Osvaldo Gutiérrez Vázquez, alias “El Cuate”, se acercó al edil y le disparó en siete ocasiones.
El agresor, quien fue abatido en el lugar por la escolta del alcalde, tenía presuntos vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La indignación por el homicidio, perpetrado frente a cientos de ciudadanos, provocó una ola de protestas en Uruapan, Morelia y Apatzingán. En estas últimas dos ciudades, las manifestaciones escalaron en violencia, resultando en la quema del Palacio Municipal de Apatzingán y enfrentamientos con la policía en Morelia que dejaron varios detenidos y destrozos en el Palacio de Gobierno. La viuda de Manzo, Grecia Quiroz, hizo un llamado a la calma, pidiendo que las protestas se mantuvieran pacíficas para honrar la memoria de su esposo, conocido por su postura frontal contra la delincuencia. En respuesta a la crisis, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, una estrategia integral con ejes en seguridad, desarrollo económico y educación, que incluye el reforzamiento de fuerzas federales y la creación de una fiscalía especializada. Políticos de oposición, como el diputado Ramón Cambero Pérez, declararon que el crimen demuestra que en México “ya nadie se siente seguro” y criticaron la “tibia respuesta” de las autoridades federales.













