En un mensaje contundente, calificó a los ahorradores de dólares como “perdedores”.

Este sentimiento de desconfianza hacia las monedas fiduciarias se ve reforzado por el auge simultáneo de las bolsas, el oro y las criptomonedas, un fenómeno que sugiere una búsqueda generalizada de seguridad fuera del sistema monetario convencional. La situación se agrava por el cierre del gobierno estadounidense y las tensiones comerciales, factores que alimentan la percepción de riesgo y empujan a los inversionistas a proteger su patrimonio en activos que, como el Bitcoin, operan con una lógica descentralizada y una oferta limitada, similar a la de los metales preciosos.