La respuesta del presidente Donald Trump fue inmediata y contundente. En un mensaje desde la Casa Blanca, culpó a la “retórica de la izquierda radical” de fomentar un clima de odio que, según él, condujo al “terrorismo” detrás del homicidio. Trump describió a Kirk como un “mártir de la verdad y la libertad” y anunció que le otorgaría póstumamente la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil del país. Además de sus condolencias, Trump adoptó un tono beligerante, afirmando: “Tenemos un grupo de lunáticos de la izquierda radical, absolutamente lunáticos.

[…] Simplemente tenemos que darles una paliza”.

El asesinato ha profundizado la fractura política estadounidense.

Figuras de la derecha han declarado que “estamos en guerra”, mientras que líderes demócratas, aunque condenaron la violencia, han cancelado eventos públicos por temor a su seguridad. La administración Trump también ha tomado medidas en el ámbito internacional; el subsecretario de Estado, Christopher Landau, amenazó con revocar visas a extranjeros que “glorifiquen la violencia y el odio” en redes sociales en relación con el asesinato.