Las acciones, justificadas como una lucha contra el "narcoterrorismo", han sido seguidas por advertencias directas del presidente estadounidense al gobierno de Nicolás Maduro.

En las últimas semanas, Estados Unidos ha movilizado una flota que incluye ocho buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear y aviones de vigilancia en aguas cercanas a Venezuela.

La operación se intensificó con el envío de diez cazas F-35 a Puerto Rico. El punto más crítico fue el ataque con misil a una lancha que, según Washington, transportaba a 11 miembros de la pandilla venezolana Tren de Aragua y drogas con destino a Estados Unidos. El presidente Trump defendió la acción como un acto de legítima defensa bajo las leyes de conflicto armado. Tras el incidente, y después de que aviones militares venezolanos sobrevolaran un destructor estadounidense, Trump advirtió que cualquier aeronave venezolana que represente un peligro "será derribada". El secretario de Guerra, Pete Hegseth, reforzó la postura al afirmar que Maduro tiene "muchas decisiones que tomar" y que el ejército estadounidense está en una "operación real". En respuesta, Nicolás Maduro ha denunciado una "amenaza de invasión", ha ordenado la movilización de la Milicia Bolivariana y ha advertido que el país pasaría a una "fase de lucha armada" si es agredido.