La condena por golpismo contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro ha desatado una crisis diplomática con Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha respondido con la imposición de aranceles punitivos y ha calificado el juicio como una “cacería de brujas”. El Supremo Tribunal Federal de Brasil determinó que Bolsonaro intentó un golpe de Estado tras su derrota electoral en 2022, lo que provocó una reacción inmediata de la Casa Blanca. Trump impuso un arancel del 50% sobre los productos brasileños, calificando el proceso judicial de “muy sorprendente” y defendiendo a su aliado como un “buen hombre”.
Además, comparó la situación de Bolsonaro con sus propios problemas judiciales en Estados Unidos, afirmando que “realmente se parece a lo que intentaron hacer conmigo”. En respuesta, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, publicó un artículo de opinión en el New York Times en el que defendió la independencia del poder judicial de su país y rechazó la medida arancelaria como “política” e “ilógica”.
“Estamos abiertos a negociar cualquier cosa que pueda traer beneficios mutuos.
Pero la democracia y la soberanía de Brasil no están en la mesa de negociación”, afirmó Lula. La tensión se ha visto agravada por las sanciones de Washington contra varios magistrados del supremo brasileño, incluido el juez Alexandre de Moraes, y las amenazas del Secretario de Estado, Marco Rubio, de que Estados Unidos “responderá en consecuencia” al fallo, a lo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil calificó como una “amenaza inapropiada”.
En resumenEn respuesta a la condena de su aliado Jair Bolsonaro, Trump ha iniciado un conflicto comercial y diplomático con Brasil, imponiendo aranceles y sancionando a jueces. Por su parte, el presidente Lula defiende firmemente la soberanía judicial de su país, generando una notable crisis entre las dos mayores economías del continente.