El presidente Donald Trump realizó una histórica segunda visita de Estado al Reino Unido, donde fue recibido con la máxima pompa por la familia real británica. La visita, diseñada para reafirmar la “relación especial” entre ambas naciones, estuvo marcada tanto por celebraciones diplomáticas como por masivas protestas en su contra. Durante su estancia, Trump y la primera dama, Melania, fueron huéspedes del rey Carlos III y la reina Camila en el Castillo de Windsor. En un banquete de Estado con 160 invitados, el monarca elogió el “compromiso personal para encontrar soluciones a algunos de los conflictos más insolubles del mundo” por parte de Trump.
A su vez, el presidente estadounidense calificó el vínculo bilateral como “invaluable y eterno”, declarando que la palabra “especial no le hace justicia”. La agenda incluyó una reunión con el primer ministro Keir Starmer para discutir un nuevo acuerdo tecnológico, la cooperación en energía nuclear y la defensa. Sin embargo, la visita generó una fuerte oposición.
Miles de personas marcharon por el centro de Londres convocadas por la “Coalición Stop Trump”, con pancartas que decían “No al racismo, no a Trump”. La controversia se intensificó cuando un grupo de activistas proyectó una imagen de Trump junto al delincuente sexual Jeffrey Epstein en una de las torres del Castillo de Windsor, un acto que resultó en varios arrestos. Una encuesta de YouGov reflejó el sentir de una parte de la población, mostrando que el 45% de los británicos consideraba un error haberlo invitado.
En resumenLa visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido reforzó la alianza estratégica con acuerdos económicos y tecnológicos, siendo celebrada con gran ceremonial por la monarquía. No obstante, el evento también puso de manifiesto una considerable oposición pública y no logró escapar de las controversias que rodean al mandatario.