Durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro británico, Keir Starmer, Trump admitió que Putin “realmente me ha decepcionado” porque “está matando a mucha gente”. El mandatario estadounidense, quien se reunió con su homólogo ruso en Alaska en agosto sin lograr avances significativos, creía que su relación personal con Putin facilitaría una resolución rápida. Ahora, su estrategia se centra en la presión económica. En una carta dirigida a los miembros de la OTAN, Trump condicionó la imposición de nuevas sanciones estadounidenses a que la alianza actúe de manera coordinada. “Estoy dispuesto a imponer importantes sanciones a Rusia cuando todas las naciones de la OTAN hayan acordado y comenzado a hacer lo mismo, y cuando todas las naciones de la OTAN DEJEN DE COMPRAR PETRÓLEO A RUSIA”, escribió.
Además, propuso aplicar aranceles de entre el 50% y el 100% a China por ser el mayor comprador de crudo ruso.
Esta postura ha sido recibida con escepticismo por algunos aliados europeos, como Turquía, Hungría y Eslovaquia, que aún dependen de las importaciones energéticas rusas.
Mientras tanto, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha presionado a Trump para obtener un mayor apoyo militar y garantías de seguridad más concretas, mostrando su incomodidad por los encuentros directos entre Trump y Putin.