Esta ofensiva diplomática se produce en paralelo a una creciente presencia militar estadounidense en el Caribe, justificada por Washington como una operación antinarcóticos.

La administración Trump ha confirmado la destrucción de al menos tres embarcaciones procedentes de Venezuela, ataques que han dejado un saldo de al menos 17 muertos. Trump ha calificado a las víctimas como “monstruos” y “narcoterroristas”, afirmando en su red social Truth Social: “¡Sáquenlos de nuestro país, YA, o el precio que pagarán será incalculable!”. En respuesta, Venezuela ha denunciado una “guerra no declarada” y ha solicitado una investigación a las Naciones Unidas sobre lo que califica como “crímenes de lesa humanidad”. El gobierno de Maduro ha iniciado jornadas de adiestramiento militar para civiles, preparándolos para una eventual agresión. El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, afirmó que el pueblo y las Fuerzas Armadas se están uniendo para defender la soberanía del país ante lo que consideran una inminente amenaza de invasión.