El presidente estadounidense ha defendido estas acciones, afirmando que las lanchas estaban afiliadas a organizaciones terroristas y que su objetivo era “envenenar a estadounidenses”.

En respuesta, Venezuela ha calificado las operaciones como una “guerra no declarada” y “asesinatos extrajudiciales”, solicitando una investigación de la ONU. El gobierno de Maduro ha iniciado ejercicios militares y el entrenamiento de milicias civiles para defenderse de una posible agresión. En el plano diplomático, Maduro envió una carta a Trump proponiendo reanudar el diálogo a través del enviado especial Richard Grenell y desmintiendo las acusaciones de narcotráfico, calificándolas de “fake news”. Sin embargo, la Casa Blanca confirmó la recepción de la misiva, pero la desestimó, afirmando que contenía “muchas mentiras” y que su postura sobre el “régimen ilegítimo” de Maduro no ha cambiado. Trump, por su parte, emitió un ultimátum, advirtiendo que Venezuela pagará un “precio incalculable” si no acepta de vuelta a migrantes deportados, a quienes calificó de “presos” y “monstruos”.