Odio a mis oponentes”.

El evento, que reunió a figuras como el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el empresario Elon Musk, tuvo una fuerte carga religiosa y política.

Oradores como Stephen Miller, asesor de la Casa Blanca, utilizaron un lenguaje combativo, afirmando: “No tienen idea del dragón que han despertado”. La viuda, Erika Kirk, ofreció un emotivo discurso en el que perdonó al presunto asesino, un joven de 22 años, afirmando que “la respuesta al odio no es el odio. La respuesta que conocemos del Evangelio es amor”.

Este mensaje de compasión contrastó con la retórica de confrontación de otros participantes. El homenaje se convirtió en un punto de inflexión para el movimiento conservador, utilizando la tragedia para movilizar a sus bases y reafirmar su postura en un momento de alta tensión y polarización en Estados Unidos.