Sin embargo, enfatizó que esta medida “solo será viable si Estados Unidos actúa de manera similar y no toma medidas que socaven o alteren el equilibrio existente”. El START III, firmado en 2010, es el último pacto de control de armas vigente entre las dos mayores potencias nucleares, limitando a 1,550 el número de ojivas desplegadas.

Su futuro es incierto, ya que las relaciones bilaterales se han deteriorado y las inspecciones mutuas fueron suspendidas en 2023.

Putin calificó una posible renuncia definitiva al tratado como un paso “erróneo” y “corto de miras”, advirtiendo que tendría consecuencias negativas para la no proliferación global. Aunque la oferta se presenta como un gesto de buena voluntad, el mandatario ruso evitó proponer directamente una extensión formal al presidente Trump, dejando la puerta abierta a un diálogo futuro si se normalizan las relaciones. El anuncio se produce en un momento de alta tensión, con acusaciones mutuas de violaciones del espacio aéreo y un clima de desconfianza entre Rusia y la OTAN.