tras los comentarios del presentador sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk.

La decisión, celebrada por el presidente Trump, desató una ola de críticas y acusaciones de censura y presión por parte del gobierno federal. La controversia comenzó después del monólogo de Kimmel, en el que afirmó que la "pandilla MAGA" estaba tratando de capitalizar políticamente la muerte de Kirk. Poco antes de la suspensión por parte de ABC, Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) designado por Trump, sugirió que la agencia podría tomar medidas regulatorias contra las filiales de la cadena. El propio Trump celebró la noticia en Truth Social, atribuyéndola a los bajos índices de audiencia de Kimmel y no a la censura, y llegó a amenazar con retirar las licencias de emisión a los canales que lo critican. La Casa Blanca negó haber ejercido presión directa, declarando que fue una decisión exclusiva de ABC. Sin embargo, la secuencia de eventos generó una fuerte reacción de figuras políticas y de la industria del entretenimiento. El expresidente Barack Obama denunció la situación como un acto de "coerción gubernamental", mientras que incluso el senador republicano Ted Cruz calificó las acciones de Carr como "increíblemente peligrosas", advirtiendo sobre el precedente que sienta para la libertad de expresión.