Sus declaraciones, que también incluyeron escepticismo sobre las vacunas, contradicen el consenso médico y han sido refutadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la empresa fabricante del medicamento.

En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump instó a las mujeres embarazadas a no tomar Tylenol, exclamando "¡no lo consuman! ", y cuestionó la administración de la vacuna contra la hepatitis B a recién nacidos.

Para respaldar su postura, llegó a citar un rumor sin fundamento: "en Cuba no tienen Tylenol... y virtualmente no tienen autismo".

Estas afirmaciones fueron inmediatamente desmentidas por la comunidad científica.

La empresa farmacéutica Kenvue, fabricante de Tylenol, declaró que "la ciencia independiente y fiable demuestra claramente que no causa autismo". De manera similar, un portavoz de la OMS afirmó categóricamente: "Las vacunas salvan vidas, lo sabemos. Las vacunas no causan autismo".

A pesar de la falta de pruebas, la administración Trump anunció que la FDA cambiará las advertencias en el paracetamol y promoverá el uso de leucovorina, una forma de ácido fólico, como un posible tratamiento para el autismo, una medida que también ha suscitado un intenso debate entre los expertos.