“¿Cuál es el propósito de las Naciones Unidas?”, preguntó, para luego responder que la organización se limita a escribir “cartas enérgicas con palabras vacías”. Se jactó de haber mediado en conflictos donde la ONU, según él, “ni siquiera intentó ayudar”, sugiriendo irónicamente que merecía el Premio Nobel de la Paz. Sus críticas más duras se centraron en la migración y el clima. Acusó a la ONU de financiar una “invasión” de migrantes hacia Occidente y afirmó que la migración descontrolada está “destruyendo” Europa. Sobre el cambio climático, lo desestimó como “la mayor estafa jamás perpetrada en el mundo”, calificando a los científicos de “estúpidos” y a las energías renovables de “una broma”. Además, reiteró su postura sobre el conflicto en Gaza, calificando el reconocimiento de un Estado palestino como una “recompensa al terrorismo”. El discurso, que mezcló política interna con ataques a aliados y adversarios, reafirma su doctrina “America First” y su desdén por el orden liberal internacional, proyectando a un Estados Unidos cada vez más unilateral y aislacionista en el escenario mundial.