El presidente Donald Trump ha aprovechado la crisis para amenazar con profundos recortes y despidos masivos, utilizando la parálisis como una herramienta política contra sus opositores demócratas. La disputa se centra en la exigencia demócrata de aumentar los fondos para la salud, mientras que los republicanos los acusan de querer financiar servicios para migrantes irregulares. En respuesta al bloqueo, Trump anunció que se reuniría con el director de presupuesto, Russ Vought, para determinar qué “agencias demócratas”, que calificó como una “ESTAFA política”, serían eliminadas de forma “temporal o permanente”. El presidente celebró lo que llamó una “oportunidad sin precedentes” para avanzar en su agenda de reducir el tamaño de la administración, haciendo referencia explícita al “PROJECT 2025”, un plan de la Fundación Heritage para remodelar el gobierno federal. La Casa Blanca ha tomado medidas punitivas, congelando 26 mil millones de dólares en fondos destinados a estados demócratas, incluyendo 18 mil millones para proyectos de infraestructura en Nueva York y 8 mil millones para iniciativas de energía verde.
La portavoz Karoline Leavitt advirtió que los despidos de empleados federales son “inminentes” y podrían contarse por “miles”, afectando a unos 750,000 trabajadores ya suspendidos de empleo y sueldo.
Mientras tanto, servicios esenciales como la seguridad o el control aéreo continúan operando, pero con personal que no recibirá su salario hasta que se resuelva el conflicto.













