Inicialmente, se mostró abierto a negociar, declarando: “En estos momentos estamos en una negociación con los demócratas que podría llevar a cosas muy buenas... con respecto a la atención médica”.

Sin embargo, posteriormente endureció su posición, condicionando cualquier diálogo a la reapertura del gobierno.

Además, ha amenazado con aprovechar la crisis para realizar despidos masivos y permanentes de funcionarios federales y eliminar agencias que considera controladas por los demócratas, calificando el cierre como una “oportunidad sin precedentes” para reducir el tamaño de la administración pública. En el Senado, múltiples votaciones para aprobar un financiamiento provisional han fracasado, ya que ninguna de las propuestas ha alcanzado los 60 votos necesarios para superar el bloqueo. La Casa Blanca ha intensificado la presión congelando miles de millones de dólares en fondos para proyectos de infraestructura en estados demócratas como Nueva York, Illinois y California, lo que agrava aún más la polarización y deja sin una solución a la vista el conflicto que impacta la economía y los servicios públicos del país.