Las consecuencias han sido inmediatas, destacando una severa escasez de personal en el control del tráfico aéreo, lo que ha provocado retrasos y cancelaciones masivas en aeropuertos clave como Chicago, Nashville, Nueva York y Los Ángeles. La Administración Federal de Aviación (FAA) se ha visto obligada a ralentizar el tráfico y cerrar torres de control. En una escalada de la presión, Trump ha amenazado con despidos permanentes de trabajadores federales, declarando que algunos "quizás no merecen que las cuidemos" con pagos retroactivos, lo que contraviene una ley de 2019. Además, ha congelado miles de millones de dólares en fondos de infraestructura para estados gobernados por demócratas como Nueva York, Illinois y California, y ha anunciado su intención de eliminar "agencias demócratas" aprovechando la crisis.