Cuando se le insistió sobre su preferencia, el mandatario afirmó: “No me importa.
Quiero llegar al mejor acuerdo para este país y también, en gran medida, con Canadá en mi mente”.
Estas declaraciones sugieren una disposición a desmantelar la estructura trilateral que ha regido el comercio norteamericano desde la era del TLCAN.
La reacción de los socios comerciales no se hizo esperar.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, restó importancia a la posibilidad, asegurando que “El T-MEC es ley en Canadá, en Estados Unidos y en México.
Es decir, pasó por el Congreso.
Entonces, si quisiera cambiarse, tendría que hacerse una revisión muy profunda”.
Por su parte, el primer ministro Carney, aunque se mostró confiado en lograr un “buen acuerdo”, enfrenta presiones internas en Canadá, donde algunos sectores consideran que un pacto bilateral con EE.UU. sin México sería más beneficioso.
La postura de Trump reaviva el debate sobre el proteccionismo y el futuro de las cadenas de suministro integradas en la región.













