El presidente Donald Trump contempla una escalada significativa en el apoyo militar a Ucrania, amenazando con enviar misiles Tomahawk de largo alcance. Esta postura busca presionar al presidente ruso Vladímir Putin para negociar el fin de la guerra, pero eleva el riesgo de una confrontación directa entre las superpotencias. En declaraciones a periodistas, el presidente Trump ha confirmado que está considerando autorizar el envío de misiles Tomahawk a Kiev si la guerra en Ucrania no se resuelve pronto. El mandatario reveló haber discutido esta posibilidad en al menos dos conversaciones telefónicas con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien ha solicitado estas armas durante mucho tiempo, creyendo que podrían “forzar a los rusos a moderarse un poco y a sentarse en la mesa de negociación”.
Los misiles Tomahawk, con un alcance de aproximadamente 2,500 kilómetros, permitirían a Ucrania atacar objetivos estratégicos dentro de territorio ruso, incluyendo Moscú.
Trump reconoció que esto “supondría una escalada del conflicto”, pero lo planteó como una herramienta de presión directa sobre Putin.
“¿Quieren tener misiles Tomahawk dirigiéndose hacia ellos?
No lo creo”, dijo Trump, sugiriendo que podría hablar directamente con Rusia sobre esta posibilidad.
La reacción del Kremlin fue inmediata y contundente.
El portavoz Dmitri Peskov calificó el tema como de “extrema preocupación”, advirtiendo que el suministro de estas armas podría dañar irreversiblemente las relaciones bilaterales y que ninguna tecnología occidental cambiará decisivamente el curso del conflicto.
En resumenTrump amenaza con enviar misiles Tomahawk de largo alcance a Ucrania como una táctica de presión contra Rusia, una medida solicitada por Zelenski. El Kremlin ha respondido con una fuerte advertencia, calificando la posibilidad como una peligrosa escalada que podría tener consecuencias graves para las relaciones entre Washington y Moscú.