En un mensaje posterior, declaró que “todo estará bien” y que Estados Unidos busca “ayudar a China, no perjudicarla”, lo que sugiere que la puerta a la negociación podría seguir abierta. Por su parte, Pekín culpó a Washington de la escalada, asegurando que es Estados Unidos quien ha hecho descarrilar el diálogo con medidas como la imposición de aranceles especiales portuarios para barcos chinos.