Este pacto, mediado por Estados Unidos junto con Egipto, Qatar y Turquía, representa un hito en la política exterior de su administración. El acuerdo, formalizado en la "Cumbre de la Paz" en Sharm el Sheij, Egipto, establece un cese al fuego, la liberación de los últimos 20 rehenes israelíes con vida a cambio de casi 2,000 prisioneros palestinos, y una retirada parcial de las tropas israelíes. Trump, quien declaró la guerra como "terminada" y el momento como el "amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente", ha sido elogiado por figuras como los expresidentes Joe Biden y Bill Clinton. A pesar de las celebraciones, persisten importantes interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo del pacto, especialmente en lo que respecta a la "fase dos", que contempla la desmilitarización de Gaza y su reconstrucción bajo la supervisión de un organismo internacional.
En este punto, Trump ha sido enfático, amenazando con que si Hamás no se desarma, Estados Unidos los desarmará "rápida y quizás violentamente".
La administración ha presentado el acuerdo como un triunfo de su enfoque de negociación, con asesores como Jared Kushner y Steve Witkoff desempeñando roles clave. Sin embargo, el futuro gobierno de Gaza y el compromiso real de Hamás con el desarme siguen siendo los puntos más delicados y sin resolver del frágil acuerdo.













