La administración Trump ha desplegado fuerzas federales y la Guardia Nacional en varias ciudades gobernadas por demócratas, como Chicago, Portland y Los Ángeles, para contrarrestar protestas y apoyar redadas migratorias, generando enfrentamientos con la población y batallas legales con las autoridades locales. Bajo la justificación de combatir la criminalidad y apoyar al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en operativos como el “Midway Blitz” en Chicago, el presidente ha enviado cientos de tropas a estas ciudades, amenazando con extender la medida a San Francisco.
Esta estrategia ha provocado una fuerte reacción local.
En Chicago, residentes se han enfrentado a agentes federales, quienes han utilizado gases lacrimógenos para dispersar multitudes.
En Los Ángeles, la Junta de Supervisores del condado declaró un estado de emergencia por el impacto económico y social de las redadas masivas. La confrontación ha escalado al ámbito judicial, donde jueces federales en Chicago y Portland han bloqueado temporalmente el despliegue de la Guardia Nacional, argumentando la falta de pruebas de una “rebelión” que justifique la intervención militar. Ante estos reveses legales, el vicepresidente JD Vance confirmó que Trump no descarta invocar la Ley de Insurrección de 1807, una medida de emergencia que le permitiría desplegar al ejército en territorio nacional sin la aprobación de los gobernadores, para así eludir los fallos judiciales.
En resumenEl despliegue de fuerzas federales en ciudades estadounidenses se ha convertido en un importante punto de discordia, enfrentando a la administración Trump con líderes demócratas locales en un conflicto sobre la aplicación de la ley migratoria, las libertades civiles y la autoridad federal, con el poder judicial interviniendo como mediador clave.