Estas operaciones han provocado serias tensiones diplomáticas, especialmente con Venezuela y Colombia.
Desde agosto, Estados Unidos ha desplegado un amplio operativo militar en el Caribe, argumentando que se encuentra en un “conflicto armado” contra los cárteles de la droga. El presidente Trump ha anunciado personalmente varios de estos ataques, incluyendo la destrucción de un “gran submarino” que, según afirmó, estaba cargado principalmente con fentanilo.
En total, las operaciones han dejado un saldo de casi 30 presuntos narcotraficantes muertos.
Uno de los ataques, ocurrido el jueves, dejó por primera vez sobrevivientes: un ciudadano colombiano y otro ecuatoriano, quienes fueron rescatados y, según Trump, serían repatriados a sus países para ser procesados.
La legalidad de estas acciones ha sido fuertemente cuestionada. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, denunció el asesinato de un pescador colombiano llamado Alejandro Carranza en un ataque el 16 de septiembre y acusó a Estados Unidos de violar la soberanía de su país. Petro solicitó a la fiscalía colombiana “actuar de inmediato” y otorgar protección a los familiares de las víctimas.
Por su parte, el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela ha calificado el despliegue militar como una “amenaza” y el preludio de un posible ataque contra su país, mientras que Trump ha afirmado que Maduro le ha ofrecido “de todo” para evitar un conflicto.













