La parálisis ha afectado a millones de empleados federales, suspendido servicios esenciales y servido como uno de los catalizadores para las protestas masivas contra la administración Trump. El cierre se originó por la falta de acuerdo para aprobar un presupuesto de emergencia. El principal punto de discordia es la exigencia de los demócratas de extender los subsidios del programa de salud "Obamacare", que expiran a fin de año, una condición que los republicanos rechazan negociar hasta que se reabra el gobierno. Como resultado, 2.7 millones de empleados federales han quedado sin pago, con la excepción del personal de seguridad y militar. La administración Trump ha utilizado la situación como palanca política, amenazando con despidos masivos.

El jefe de presupuesto de la Casa Blanca, Russ Vought, afirmó que los despidos podrían superar los 10,000, y documentos judiciales revelaron que más de 4,000 empleados ya fueron despedidos.

Sin embargo, una jueza federal bloqueó temporalmente estos despidos masivos.

La crisis amenaza con suspender programas sociales vitales, como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), que beneficia a 40 millones de personas, si el cierre se prolonga hasta noviembre. El estancamiento también ha sido un punto central de las protestas "No Kings", donde los manifestantes acusan a Trump de generar "caos".