En una entrevista, desestimó las protestas como “muy pequeñas y nada efectivas”, y acusó al multimillonario George Soros de financiarlas. Aliados republicanos, como el presidente de la Cámara, Mike Johnson, calificaron las marchas como “manifestaciones de odio a Estados Unidos”. A pesar de la minimización por parte de la Casa Blanca, la masiva participación ciudadana refleja una profunda división y un creciente descontento con la gestión del mandatario.