Esta campaña incluye ataques letales contra embarcaciones sospechosas de transportar drogas, lo que ha generado una crisis diplomática con Venezuela y Colombia.

El secretario de Guerra, Pete Hegseth, instruyó el despliegue del USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque al área de responsabilidad del Comando Sur de EE.

UU. para “desmantelar las organizaciones criminales transnacionales”.

Esta movilización se suma a una fuerza ya considerable de más de 6,000 marineros e infantes de marina en ocho buques de guerra. La campaña, que comenzó en septiembre, ha resultado en al menos diez ataques contra presuntas “narcolanchas”, con un saldo de más de 43 muertos. Hegseth ha justificado las acciones comparando a los traficantes con Al Qaeda, afirmando: “Si eres un narcoterrorista que trafica drogas en nuestro hemisferio, te trataremos como tratamos a Al Qaeda”.

Los ataques, que inicialmente se concentraron en el Caribe cerca de Venezuela, se han expandido al Océano Pacífico oriental, cerca de Colombia, y se han vinculado a grupos como la banda venezolana Tren de Aragua y la guerrilla colombiana ELN. Los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y Gustavo Petro en Colombia han condenado enérgicamente estas operaciones, calificándolas de “ejecuciones extrajudiciales” y violaciones al derecho internacional.

Trump ha defendido la campaña, sugiriendo que el siguiente paso podrían ser operaciones terrestres y afirmando que no necesita una declaración de guerra del Congreso.