La administración Trump ha escalado significativamente su presencia y operaciones militares en el Caribe y el Pacífico oriental, justificándolas como una campaña contra el narcotráfico y el “narcoterrorismo”. Esta ofensiva, que ha incluido el bombardeo de al menos diez embarcaciones con un saldo de 43 muertos, ha elevado las tensiones con Venezuela y Colombia y ha generado un debate sobre la posibilidad de expandir las acciones a operaciones terrestres. El despliegue militar es considerable, incluyendo ocho buques de guerra, aviones de combate F-35, un submarino nuclear y, más recientemente, la orden de enviar al portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo, a la zona operativa del Comando Sur.
Además, un destructor lanzamisiles, el USS Gravely, arribó a Trinidad y Tobago para realizar ejercicios militares conjuntos.
El senador republicano Lindsey Graham, cercano al presidente, adelantó que Trump planea informar al Congreso sobre “posibles operaciones militares futuras contra Venezuela y Colombia”, confirmando que se está evaluando la “expansión del mar a la tierra”. Graham defendió la legalidad de los ataques, afirmando que Trump tiene “toda la autoridad del mundo.
Esto no es asesinato. Esto es proteger a Estados Unidos del envenenamiento por narcoterroristas”.
Sin embargo, críticos como el senador demócrata Rubén Gallego han calificado los ataques como “asesinato autorizado”, ya que no se ha probado que las embarcaciones transportaran drogas. Los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y Gustavo Petro en Colombia han denunciado las acciones como ejecuciones extrajudiciales y una amenaza a su soberanía, mientras que Brasil ha expresado su preocupación por el “uso de la fuerza”.
En resumenLa administración Trump ha desplegado una fuerza militar sin precedentes en el Caribe, incluyendo el portaaviones más grande del mundo, y ha ejecutado ataques letales contra supuestas narcolanchas, dejando 43 muertos. La Casa Blanca evalúa expandir la ofensiva a operaciones terrestres en Venezuela y Colombia, lo que ha provocado una grave crisis diplomática y acusaciones de violaciones al derecho internacional.