“No quiero una reunión desperdiciada. No quiero perder el tiempo”, declaró a la prensa, condicionando cualquier futuro encuentro a que Putin demuestre una intención seria de negociar un alto el fuego. El mandatario estadounidense había intentado presionar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para que aceptara un cese de hostilidades en las líneas de batalla actuales, e incluso que cediera la región del Donbás, pero sus esfuerzos no prosperaron. Las nuevas sanciones, que entrarán en vigor el 21 de noviembre, congelan los activos de Rosneft y Lukoil en Estados Unidos y prohíben a empresas estadounidenses hacer negocios con ellas.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que el objetivo es “mermar la capacidad del Kremlin” para financiar su “guerra sin sentido”.

Putin reaccionó calificando las sanciones como un “acto hostil” y aseguró que Rusia “nunca toma decisiones bajo presión”, aunque advirtió de una respuesta “muy seria” si Ucrania utiliza misiles de largo alcance para atacar territorio ruso.

La Unión Europea también anunció un nuevo paquete de sanciones, reforzando el cerco económico sobre Moscú.