El gobierno de Estados Unidos ha impuesto nuevas y “masivas” sanciones contra las dos principales compañías petroleras de Rusia, Rosneft y Lukoil, en un intento por presionar al presidente Vladímir Putin para que ponga fin a la guerra en Ucrania. La medida, anunciada por el Departamento del Tesoro, se justifica por la “falta de compromiso serio por parte de Rusia con un proceso de paz”. Las sanciones implican el bloqueo de todos los activos de ambas empresas en Estados Unidos y prohíben a las compañías estadounidenses realizar negocios con ellas.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, declaró que la acción busca “mermar la capacidad del Kremlin” para financiar su “maquinaria bélica”. El presidente Donald Trump, quien describió las sanciones como “enormes”, expresó su esperanza de que ejerzan la presión necesaria para que Putin “se vuelva más sensato”. Esta decisión marca un endurecimiento en la postura de Washington, después de que Trump cancelara una cumbre prevista con Putin en Budapest, frustrado por la falta de avances. La Unión Europea también anunció un nuevo paquete de sanciones contra el sector energético ruso.
En respuesta, Putin calificó la medida como un “acto hostil” pero minimizó su impacto, asegurando que la economía rusa es “inmune” a las restricciones occidentales.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aplaudió las sanciones, considerándolas un “mensaje contundente y necesario”.
En resumenEn una escalada de presión económica, Estados Unidos sancionó a las gigantes petroleras rusas Rosneft y Lukoil para forzar a Moscú a negociar el fin de la guerra en Ucrania. La medida, coordinada con la Unión Europea, fue calificada por Trump como “masiva”, mientras que Putin la desestimó como ineficaz, evidenciando el profundo estancamiento diplomático entre ambas potencias.