El gobierno estadounidense justifica estas acciones como una “guerra” contra los cárteles, a los que ha designado como organizaciones terroristas, afirmando que los ataques son “asesinatos autorizados” para proteger a Estados Unidos. El presidente Trump ha defendido personalmente los ataques, asegurando que su país está “librando una guerra como nunca antes la han visto”. Además, el Pentágono anunció el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande de su flota, para reforzar las operaciones del Comando Sur en la región. La tensión ha escalado al punto de que Trump, según el senador Lindsey Graham, planea informar al Congreso sobre posibles “operaciones militares futuras” en tierra firme en Venezuela y Colombia.

Los gobiernos de Nicolás Maduro y Gustavo Petro han condenado enérgicamente estas acciones, calificándolas de “ejecuciones extrajudiciales” y violaciones a su soberanía. Maduro ha acusado a Washington de “inventar una nueva guerra eterna”, mientras que Petro ha denunciado los ataques como “asesinatos” que rompen el derecho internacional.