En una escalada de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, Estados Unidos ha movilizado una considerable fuerza militar al Caribe, descrita por el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) como el “mayor despliegue naval en Latinoamérica en al menos veinticinco años”. La flota incluye el crucero lanzamisiles USS Gettysburg, que se suma al USS Lake Erie, y se espera la pronta llegada del portaaviones USS Gerald Ford, el más moderno de la flota estadounidense.
En total, el contingente naval suma trece efectivos, incluyendo ocho buques de guerra, tres buques anfibios y un submarino.
A pesar de esta demostración de fuerza, el presidente Donald Trump ha desmentido informes de medios como The Miami Herald y The Wall Street Journal que aseguran que su gobierno se prepara para bombardear instalaciones militares venezolanas.
“No, no son verdad”, respondió Trump al ser cuestionado sobre dichos planes.
Sin embargo, sus propias declaraciones y las de legisladores republicanos han sido contradictorias.
Legisladores de Florida, como la representante María Elvira Salazar, han celebrado el operativo con mensajes como: “Maduro quería una Navidad adelantada, pero Halloween siempre llega primero”. Analistas sugieren que la movilización se enmarca en una renovada “doctrina Monroe” de Trump, que busca contrarrestar la influencia de China en la región y asegurar el acceso a recursos estratégicos. Los escenarios que se barajan van desde forzar un cambio de régimen desde dentro, un ataque militar directo, hasta una nueva negociación entre Trump y Maduro sobre petróleo y narcotráfico.













