Esta medida busca trasladar un enfoque de “mano dura” a las grandes ciudades del interior del país, como Los Ángeles, Chicago y Filadelfia.

La reestructuración, que estaría liderada por Corey Lewandowski, asesor cercano a Trump, ha profundizado las tensiones internas en el Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Mientras la secretaria Kristi Noem aboga por priorizar la detención de migrantes con antecedentes penales, figuras como Tom Homan y el director de ICE, Todd Lyons, defienden una política de “cero excepciones”, donde cualquier persona en situación irregular es un objetivo. En paralelo, el Pentágono ha ordenado la creación de “fuerzas de reacción rápida” compuestas por 23,500 miembros de la Guardia Nacional, entrenados para controlar disturbios civiles, lo que consolida una nueva etapa en la política migratoria de Trump, marcada por un mayor uso de la fuerza y la militarización del control migratorio.