Esta directriz pone fin a una moratoria voluntaria que Estados Unidos ha mantenido por más de 30 años, durante los cuales ha confiado en simulaciones por computadora para verificar su arsenal.
La decisión parece ser una respuesta a los recientes anuncios de Rusia sobre el desarrollo de nuevas armas estratégicas, como el misil de crucero Burevestnik y el dron submarino Poseidón, ambos de propulsión nuclear.
La comunidad internacional reaccionó con alarma. La ONU advirtió que los ensayos nucleares “deben evitarse bajo ninguna circunstancia” para no provocar “una escalada con consecuencias catastróficas”. Rusia, por su parte, aclaró que sus recientes pruebas no fueron nucleares, pero advirtió que si Washington rompe la moratoria, Moscú “actuará en consecuencia”. Irán calificó la medida de “irresponsable” y una “amenaza a la paz y la seguridad internacionales”, mientras que China instó a Estados Unidos a respetar los acuerdos de no proliferación. A pesar de la contundente orden, Trump matizó posteriormente sus intenciones, afirmando que su objetivo final es la “desnuclearización” y que busca incluir a China en futuros tratados de control de armas junto a Rusia.













