Durante un almuerzo de trabajo, Trump expresó su preferencia por no proporcionar los misiles, argumentando: “no queremos regalar cosas que necesitamos para proteger a nuestro país”.
Esta postura sorprendió, ya que días antes había afirmado que Estados Unidos contaba con “muchos misiles Tomahawk” que podría entregar. Los misiles Tomahawk, con un alcance de aproximadamente 1,600 kilómetros, permitirían a Ucrania atacar con mayor eficacia instalaciones petroleras y energéticas en el interior de Rusia, un objetivo que Zelensky ha estado impulsando.
La evaluación positiva del Pentágono infundió optimismo entre los aliados europeos, quienes consideran que Washington tiene menos excusas para no suministrar el armamento.
A pesar de la autorización militar, la decisión política de Trump se ha visto influenciada por consideraciones diplomáticas.
Fuentes citadas por CNN indican que el presidente estadounidense consideró que la medida podría agravar las tensiones con Moscú sin alterar significativamente el campo de batalla, especialmente tras una conversación telefónica con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Aun así, la Casa Blanca mantiene los planes logísticos listos para ejecutar el envío si recibe la orden presidencial.













