Esta medida rompe una moratoria voluntaria sobre las pruebas nucleares explosivas que Estados Unidos ha observado desde 1992.

Trump afirmó que otras naciones están realizando pruebas subterráneas secretas, una aseveración para la cual no se proporcionó evidencia en los artículos.

El anuncio provocó alarma internacional.

Sin embargo, funcionarios de la administración aclararon posteriormente el alcance de la orden. El secretario de Energía, Chris Wright, precisó que las pruebas planeadas no serían “explosiones nucleares”, sino “explosiones no críticas” o “pruebas de sistema”, que evalúan todos los componentes de un arma nuclear excepto la detonación atómica para garantizar su funcionalidad.

A pesar de esta aclaración, el anuncio inicial fue visto como una escalada significativa.

Rusia respondió declarando que, si bien no ha realizado pruebas nucleares, “actuará de manera simétrica” si Estados Unidos las reanuda.

La motivación de Trump parece ser múltiple, sugiriendo que busca usar la amenaza atómica como palanca electoral y diplomática.