Los Tomahawks tienen un alcance de aproximadamente 1,600 kilómetros.

Inicialmente, Trump había declarado públicamente que Estados Unidos tenía “muchos misiles Tomahawk” que podría proporcionar.

Sin embargo, durante un almuerzo de trabajo con Zelenski, expresó su renuencia, afirmando: “no queremos regalar cosas que necesitamos para proteger a nuestro país”.

Según fuentes citadas en los artículos, la decisión definitiva de Trump de detener el envío se produjo después de una llamada telefónica con el presidente ruso, Vladimir Putin. Según se informa, Putin advirtió que el uso de Tomahawks podría llevar a un deterioro significativo en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.

Si bien la opción no está completamente descartada, la decisión pone de relieve la intervención directa y a veces impredecible del presidente en asuntos de política exterior.